Los continuos avances en el conocimiento de la biomedicina y la tecnología hacen que estemos cada vez más cerca de alargar radicalmente la vida humana. Ante esta posibilidad existen diferentes enfoques y perspectivas. Hay una corriente que afirma que falta poco para que vivamos 1000 años y que el origen de todas las enfermedades está en el envejecimiento. Sin embargo, es fácil encontrarse con científicos que consideran que es, como mínimo, poco realista afirmar que viviremos tanto o que alcanzaremos la inmortalidad. También hay corrientes de opinión que consideran que el envejecimiento y la muerte forman parte de nuestra naturaleza; que si bien es obvio que hay que tratar las enfermedades para mejorar la calidad de vida de las personas y evitar muertes prematuras, no es moralmente aceptable cambiar nuestra naturaleza tan radicalmente y acercarnos a la inmortalidad. Por supuesto, también hay quien plantea los retos que supondría el aumento extremo de la esperanza de vida a nivel social, demográfico y económico.
En definitiva, nos encontramos ante un asunto con muchas caras, perspectivas y dilemas de todo tipo. Un tema perfecto para el desarrollo de un debate apasionante, perfecto para una Regueifa de Ciencia: ¿Debería la ciencia ayudarnos a vivir para siempre?
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